Playina de San Lorenzo, de mi playina Gijón, paseabate descalza, salpicándome de sal y de espuma blanca. Me sentaba en una roca para soñar y bronceaba mi piel blanca, el sol y la brisa del mar. Ay playina de San Lorenzo cómo te quiero y te canto, desde lejos. Canadá 1980 |
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