Podemos imaginar: 'un círculo de piedras grises de tiempos superpuestos, como queriendo acotar un lecho madre de fogones...', cuyas cenizas, responden a la sublimación de los aportes hechos a través del tiempo, por los grandes y pequeños pensadores. Por los escritores, los poetas y los músicos. Por las actrices y actores. Por todos aquellos que consagraron cuerpo y mente a la danza, a la creación plástica. Por aquellos que con amor han contribuido a difundir la cultura durante el transcurso de su tiempo.
Desde un sufrido 27 de junio de 1973*, aquel viejo reloj se había acostumbrado a acertar en cualquier momento del día, la hora exacta. No producía ni la mas mínima alteración de las pupilas, salvo en ciertas personas de avanzada edad, tocadas de alzheimer, artrosis, arteriosclerosis y otros beneficios que les facilitaba el seguir con vida y para quienes aquella hora; —aunque las agujas durmieran permanentemente en vertical sobre el 6— en cualquier momento del día, era 'el momento', las 13:15.
Al volver del colegio, algunas veces Mario sentía la necesidad de conversar con sus antepasados y solía rodear el viejo cementerio para visitar una caverna situada en la falda de la montaña. Conocida como 'La Picorota', su tamaño no imponía pero era apreciada por proteger al pueblo de los gélidos y azules vientos de invierno.
La escultura que ocupa la rotonda donde culmina 'El Paseo de las Estrellas' de la playa de l’Albir, ha sido concebida pensando en un símbolo que acercara a las distintas culturas. Su población está compuesta por personas de nacionalidades muy diversas superando el 55% del total.
Aquella noche no se sentía cómodo. El cielo estaba revuelto y sin un más aparente, se le ocurrió que eso no era un buen augurio. Algunas estrellas se habían cansado de que nadie las mirara y desesperadas se dejaban caer sobre el intenso azul para desaparecer. El frío sigiloso anunció la llegada de una densa niebla que con parsimonia, se descolgaba de las cornisas y chaperones con apariencia de sábanas de gasa, para arremolinarse a su paso y hacerle invisible. Fue el camuflaje perfecto que le hizo sentirse temporalmente a salvo.
Mis escritos son parte de la filosofía que me impulsa en el desarrollo de mi obra plástica. Hace poco tiempo que he decidido ir 'dando rienda' a la palabra contenida.
Haber descubierto que el arte 'alimenta' (aunque no necesariamente dé de comer), me indujo a seguir una veredita llena de sorpresas hacia el mundo de las artes. Como consecuencia, desde los años 70, me dediqué exclusivamente a la escultura.